obtengo este jugo agrio de melancolía
recolectada de las profundidades del subconsciente,
mientras se extinguen los recuerdos
y la falta de olvido alimenta más ilusiones falsas.
Buscando reconciliarme conmigo misma,
Con ese vacío que no se deja derrotar,
de palabras sin sentido que nadie ha de analizar,
como el fondo de esa botella al que nunca quieres llegar.
Tengo un alfiler clavado que espera sin dejarse quitar,
quiero saltar la cuerda floja, para caer de este abismo sin final
hasta tus manos en consuelo de un sueño perdido bajo cielo.
Sin ánimos para volar, ni valor para gritarte desde abajo,
por miedo que finjas sordera, seguiré deambulando los techos
de casas llenas de espejos y perros que cuidan sus vidas perdidas.
En fríos cementerios de ilusiones,
Donde rondan las múltiples personalidades
de la juventud perdida, detrás de las vías
de un tren descarrilado, sin destino y sin guía,
que sólo ve un interior desgastado y oxidado,
arrojándose a en su inconsciente salida.
Naufrago en el vaivén de los silencios,
Sobreviviendo con mentiras y desilusiones,
bajo las siete noches de zafiro y luna esmeralda
pisando restos de lluvias, que hoy son sombras
en calles oscuras de desagües ausentes.